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miércoles, 8 de octubre de 2008

El biomimetismo de la naturaleza se presenta como la tercera revolución humana

Innovaciones científicas que se inspiran en la naturaleza y en sus cuatro millones de años de experiencia, denominadas biomémesis o biomimetismo, se presentan como el inicio de una tercera revolución humana tras el hallazgo del fuego y la revolución industrial del siglo XIX.

Así lo han afirmado hoy el director del área de medio ambiente y ciencia de la Obra Social La Caixa, Jorge Wagensberg, la investigadora norteamericana Janine Benyus, impulsora del biomimetismo, y el empresario Gunter Pauli, fundador de Zero Emissions Research and Initiatives de Japón, en una rueda de prensa en Barcelona.

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Un pequeñísimo marcapasos inspirado en el sistema eléctrico del corazón de la ballena con joroba (yubarta), vacunas que no requieren refrigeración inspiradas en la planta de la resurrección africana, o superficies libres de fricción que imitan la piel de una lagartija de la península arábiga, son algunas de las aplicaciones que puede ofrecer la naturaleza y que los científicos pueden aprehender, copiando e imitando sus estrategias.

Janine Benyus y Gunter Pauli han presentado hoy la lista "Los 100 millones de la naturaleza", un centenar de innovaciones científicas basadas en el biomimetismo que se encuentran en diversas fases de comercialización y que se ofrecen como una nueva forma de afrontar el futuro, no sólo a nivel científico, sino también empresarial y económico.

"Se trata -ha explicado Benyus- de identificar las aplicaciones que la naturaleza ha desarrollado a lo largo de millones de años y que la humanidad puede imitar para diseñar un planeta más sostenible y saludable".

Wagensberg ha añadido que estas investigaciones se pueden realizar ahora gracias a la nanotecnología, que facilita imágenes muy precisas vitales para los científicos.

A su juicio, esta nueva forma de inspirar a los innovadores y a los científicos, basada en la naturaleza y en su adaptación, puede suponer el inicio de una tercera revolución humana, "el principio de una nueva generación" que tendrá a favor la actual crisis de la economía y de su concepción.

La investigadora norteamericana ha remarcado, en este sentido, que el próximo mes de noviembre se pondrá en marcha la nueva web asknature.org, en la que se podrán consultar de forma gratuita no sólo la lista de cien nuevas innovaciones biomiméticas, sino un total de 2.133 que su grupo ha estudiado, y que ya han sido publicadas en diferentes revistas científicas, para ponerlas al alcance de todos los emprendedores.

Este proyecto está impulsado en colaboración con el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Biomimicry Institute, el Biomimicry Guild (gremio de biomimíca), la Zero Emissions Research and Initiatives y la Unión Mundial para la Conservación.

Entre estas cien innovaciones, unas 25 ya están comercializadas o lo serán muy pronto, según ha explicado Gunter Pauli, que ha citado como ejemplo un nuevo modelo de ventilador para ordenadores que una gran empresa informática aplicará en su producción y que reduce el ruido y la energía que utilizan, ha dicho Pauli.

Otra aplicación basada en la naturaleza que se espera pueda ponerse en marcha en unos diez años es un marcapasos basado en la estimulación eléctrica del corazón de las ballenas con joroba, que consigue atravesar la masa de grasa que protege del frío el cuerpo de este animal.

Esta investigación la desarrolla Jorge Reynols, director del Programa de Seguimiento de Corazón de Ballena vía satélite en Colombia, que investiga cómo el cuerpo de este animal, de más de 900 kilos, bombea una cantidad de sangre oxigenada equivalente a seis bañeras llenas a través de un sistema circulatorio 4.500 veces mayor que el del ser humano.

También la observación del alga roja Delisea pulchra, cuya superficie está libre de biopelículas a pesar de vivir en aguas infestadas de bacterias, ha dado lugar a una investigación que ha puesto en evidencia un compuesto conocido como 'furanona halogenada' que bloquea las señales químicas que las bacterias utilizan para comunicarse, lo que se podría aplicar para evitar infecciones hospitalarias o nuevas formas de controlar el cólera o la legionella.

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