El ritmo de destrucción del bosque amazónico sigue disminuyendo, según Brasil

El ritmo de destrucción del bosque amazónico continuó disminuyendo de forma "muy significativa" en julio pasado, afirmó hoy el ministro brasileño de Medio Ambiente, Carlos Minc.

Sin aportar cifras exactas, el ministro adelantó las conclusiones de un informe que será divulgado la semana que viene y que mostrará que la tala ilegal del mayor bosque del planeta ha reducido su ritmo ascendente por dos meses consecutivos.

El pasado junio, la deforestación, causada principalmente por madereros, ganaderos y colonos, ascendió a 870 kilómetros cuadrados, área un 20 por ciento menor a los 1.096 kilómetros arrasados en mayo y un 37 por ciento más reducida que la del mismo mes de 2007.

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Al anunciar esas cifras el mes pasado, Minc rechazó los cálculos más catastrofistas que vaticinaban la destrucción de 15.000 kilómetros cuadrados de manto verde entre agosto de 2007 y julio de 2008, lo que supondría un aumento del 36 por ciento respecto a un año antes.

Las últimas previsiones oficiales anunciadas entonces indican que la deforestación del llamado "pulmón del planeta" subirá este año cerca del siete por ciento, hasta los 12.000 kilómetros cuadrados.

El ministro atribuyó la reducción de la deforestación tanto al aumento de la vigilancia como a los acuerdos alcanzados por el Gobierno con los productores locales.

"En algunos casos, los acuerdos sectoriales que hemos hecho con la madera, con los mineros y con la soja son más eficientes que la vigilancia", aseguró Minc.

El Gobierno firmó este año sendos acuerdos con las empresas madereras y cárnicas que operan en la región amazónica, para prohibir la comercialización de productos obtenidos en zonas de bosque devastado a cambio de ciertas ventajas como el aumento de licitaciones y la aceleración de la concesión de licencias.

Desde hace varios años, rige un acuerdo similar con los productores de soja, uno de los cultivos que más crece en la frontera sur del bosque amazónico, sobre todo en el estado de Mato Grosso, gracias a la pujanza de los biocombustibles.