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viernes, 7 de marzo de 2008

El Mediterráneo español podría perder la cuarta parte de su flora y fauna en 2050

Los cambios en el uso del suelo, la concentración de dióxido de carbono (CO2), la lluvia ácida o la invasión de especies exóticas son, junto al cambio climático, algunas de las amenazas más graves que se ciernen sobre la Tierra. Teniendo en cuenta estos factores, un grupo de científicos de la ONU ha elaborado un informe en el que presuponen la evolución de los ecosistemas terrestres en este siglo. Uno de los que salen peor parados es el Mediterráneo español, que podría perder hasta el 25% de su flora y fauna en 2050.

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Los científicos señalan en rojo los lugares de la Tierra donde las transformaciones de la biodiversidad son más profundas. Así, junto a la Península Ibérica aparece todo el área mediterránea, California, la frontera de Chile con Bolivia, la región del Kurdistán y algunos puntos de Sudáfrica y Australia. Tras ellos, la estepa rusa, el centro de Norteamérica y una pequeña porción entre Argentina, Uruguay y Brasil.

En todos estos lugares, el informe, elaborado por 1.360 expertos de 95 países, vaticina graves amenazas para sus ecosistemas por las extinciones masivas de fauna y flora. Los escenarios más favorables hablan de una pérdida de entre el 12% y el 15% de las especies, aunque en el Mediterráneo español podría alcanzar entre el 2% y 25%.

El cambio en el uso del suelo es una de las amenazas más graves. Por ejemplo, la conversión en pastizales de las tierras de cultivo o de los bosques tropicales, los terrenos rústicos que acaban urbanizados o la deforestación tienen como resultado extinciones locales de flora y fauna, cuyo hábitat está determinado en gran medida por la composición de especies vegetales. Los organismos subterráneos también se ven gravemente afectados por la sobreexplotación de los recursos de agua dulce.

Este panorama, unido a la invasión de especies exóticas, pone en riesgo la biodiversidad del Mediterráneo en general y de la cuenca española en particular, alerta el informe. En el caso de España, el urbanismo incontrolado, la actividad comercial, la sobreexplotación agrícola y ganadera y, sobre todo, la invasión de especies foráneas tanto de plantas como de animales están acelerando los cambios de su ecosistema.

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