Con una población de apenas 150 ejemplares, la enigmática vaquita marina sobrevive a su propio mito en aguas del Mar de Cortés, en el noroeste de México, mientras las autoridades intentan evitar su inminente desaparición con un ambicioso plan pesquero recibido con reservas en la zona.
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"Si no tomamos acciones este año, el próximo año probablemente este animal se va extinguir; estamos realmente en el punto de salvar a la especie o perderla", dijo a Efe Omar Villar, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), en una visita a la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California, el lugar del que es endémico este animal.
WWF colabora en esta lucha con los Ministerios mexicanos de Medio Ambiente y de Agricultura, Ganadería y Pesca, que el viernes pasado presentaron una estrategia para revertir esta situación.
La vaquita marina (Phocoena sinus) es una marsopa de 50 kilos y 1,5 metros de largo, que acostumbra dar crías cada dos años y es considerada el cetáceo en mayor peligro de extinción del mundo.
Desde su aparición en 1958, cuando biólogos estadounidenses hallaron varios cráneos de una especie entonces desconocida, hasta que se realizó el primer censo en 1997, el número de ejemplares de este mamífero mitad ballena mitad delfín pasó de varios a miles a cerca de 600.
Este alarmante descenso de población propició que las autoridades advirtieran a los pescadores del peligro de usar en la pesca del camarón las llamadas redes de "enmalle", cuya forma y tamaño provoca que las vaquitas marinas se enreden y mueran asfixiadas en ellas.
La actual estrategia gubernamental para combatir el problema cuenta este año con un presupuesto de 100 millones de pesos (unos 9,2 millones de dólares).
El dinero se ofrecerá a los pescadores que entreguen sus licencias y dirijan su actividad productiva hacia otros rumbos, como el turismo, uno de los potenciales del área por su proximidad con EEUU, y a los que usen redes especiales entre los que decidan continuar con la pesca.
Además, se aumentará la vigilancia en el área donde habitan las vaquitas marinas, comprendida entre las poblaciones costeras del Golfo de Santa Clara, Puerto Peñasco, ambas en el estado de Sonora, y San Felipe, perteneciente al municipio de Mexicali, en Baja California.
Desde 1985, cuando fueron hallados los primeros ejemplares enteros, aunque ya muertos, este cetáceo ha sido visto en contadas ocasiones, la última de ellas el año pasado, el primer avistamiento en cuatro años.
"La vaquita es una especie muy tímida; mientras el delfín salta, ella está generalmente oculta y solamente emerge algunos segundos para tomar aire", aseguró el experto del Instituto Nacional de Ecología (INE) Carlos Muñoz.
La estimación de 150 ejemplares vivos, explicó el especialista, es el resultado de los trabajos que un buque del INE realiza con un hidrófono (micrófono acuático) para capturar los sonidos que emite bajo el agua, similares a los del delfín.
El ministro de Medio Ambiente, Rafael Elvira, comparó lo que puede ocurrir con esta especie, si no se toman medidas urgentes, con lo sucedido el año pasado en el río Yangtsé, en China, donde desapareció para siempre el delfín "baiji".
"No queremos que México pase la misma vergüenza", afirmó el funcionario, esperanzado en que los pescadores dejen su oficio y prueben suerte como guías turísticos, camareros, cocineros, fontaneros o jardineros.
Andrés González, del Golfo de Santa Clara, es uno de los que aceptó el cambio de vida y ahora supervisa dos cabañas para turistas, a los que ofrece paseos marítimos con una lancha.
No está "del todo contento" porque su sueño era tener un restaurante pero admite que tiene bastante que agradecer a la vaquita marina, pese a que jamás la vio en esas aguas en los treinta años en que lanzó sus redes al mar, asegura.
Más reacio es el presidente de la federación de pescadores de San Felipe, Andrés Rubio, quien, además de rechazar que quede algún ejemplar vivo, afirma que la verdadera causa de su muerte es el descenso del caudal del río Colorado, que nace en Estados Unidos y desemboca en el Mar de Cortés.
Ese río, cuyas aguas dulces proporcionan un hábitat único para la conservación de esa especie al mezclarse con las saladas, llega casi seco a México por las presas instaladas en el vecino país, admite Villar, de WWF, para quien el fenómeno podría afectar a la supervivencia de otras especies en un futuro no muy lejano.
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