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jueves, 13 de marzo de 2008

Reconstruyen la historia evolutiva de la abeja doméstica en la Península, que se remonta a un millón de años

Un grupo de científicos de la Universidad de Murcia ha reconstruido, a través de un mapa genético, la historia evolutiva de la abeja doméstica (Apis mellifera iberiensis) en la Península Ibérica, que se remonta a un millón de años. El estudio, publicado en la revista "Journal of Zoological Systematics and Evolutionary Research", se ha centrado en detallar las colmenas representativas de todas las regiones peninsulares "a la escala geográfica más fina posible", explica el biólogo Fernando Cánovas, coordinador del proyecto.

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Los investigadores se basaron en la caracterización de un marcador mitocondrial "de eficacia probada". Este método ha sido eficaz para trazar en detalle las variaciones de ADN que ha vivido este himenóptero desde el Pleistoceno. "Las poblaciones actuales de Europa occidental tienen su origen en poblaciones relictas de la Península Ibérica que sobrevivieron a la última glaciación, y a la llegada en diversas épocas de al menos tres oleadas de colonización desde el norte de África", precisa Cánovas.

El equipo distinguió un marcador molecular M para las poblaciones relictas de la Península, y un marcador A para las migraciones africanas más recientes. Según destaca Cánovas, "las poblaciones con marcador africano A van siendo menos frecuentes desde el suroeste hacia el noreste peninsular, mientras que aumenta la frecuencia de las poblaciones con el marcador europeo occidental M".

El estudio concluye que el patrón geográfico actual de las abejas domésticas a escala regional se debe a factores históricos y climáticos. "Estos últimos cobran importancia conforme se va constatando el efecto del cambio climático sobre la distribución de los seres vivos", afirma el biólogo.

En las últimas décadas, las irregularidades detectadas en la distribución de la especie en la Península podrían tener su origen en el desarrollo de la trashumancia en la cabaña apícola, que afecta al 80% de las más de 2,4 millones de colmenas que hay en el país. Ello explicaría el hallazgo de haplotipos M en el sur de España, donde el clima es más templado. Por otro lado, la apicultura móvil, que conlleva los movimientos de colmenas y por tanto la propagación de enfermedades como la varrosis, podría "estar produciendo cambios significativos en la composición génica de las poblaciones peninsulares de la especie", añade Canovas, que descarta colonizaciones significativas de la Península Ibérica mediante introducciones de colmenas, especialmente durante el periodo de presencia musulmana.

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