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martes, 29 de abril de 2008

Estudian un "calamar colosal" de ocho metros y casi media tonelada

Científicos de Nueva Zelanda comenzaron hoy a examinar un "calamar colosal" de ocho metros de largo y 495 kilogramos de peso capturado en 2007 frente a las costas de la Antártida por unos pescadores.

Un equipo de biólogos de la Universidad de Auckland descongelará al animal para proceder a su disección y descubrir los misterios de una de las especies menos conocidas del océano, debido a que vive a gran profundidad.

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La directora del Museo Nacional de Nueva Zelanda, Carol Diebel, afirmó que el primer paso será exponer al público el misterioso molusco, que pertenece a la especie "mesonychoteuthis hamiltoni".

"Son muy raros, éste es uno de los aproximadamente seis especímenes que se han conseguido", explicó Diebel, quien agregó que el ejemplar está "completamente intacto y en una condición fantástica".

Steve O'Shea, biólogo de la Universidad de Auckland, declaró que su primer objetivo es averiguar el sexo, ya que hasta el momento no se ha capturado ningún ejemplar macho.

Precisó que medirán el cuerpo del calamar, al que conservan en un tanque con 7.000 litros de solución salina, y le extraerán el estómago y otras partes de su sistema digestivo.

El "calamar colosal", considerado el invertebrado más grande conocido hasta ahora, pertenece al mismo orden de los teútidos del "calamar gigante".

Estas criaturas carnívoras pueden descender hasta dos kilómetros bajo el mar y son conocidos por su voracidad.

El "calamar colosal",que llega a alcanzar los 14 metros de largo, caza con dos tentáculos prensiles que sobresalen sobre otros ocho más pequeños y que están dispuestos de ventosas y garfios con los que mata a sus presas.

O'Shea señaló que la autopsia del molusco ayudará a conocer cómo viven en realidad estos animales, de los que no se ha apresado ninguno vivo.

Este ejemplar fue capturado en el mar de Ross, una bahía del continente antártico al sur de Nueva Zelanda, y ha permanecido congelado desde entonces.

El biólogo neozelandés señaló entonces que, tras su examen, cocinarían anillos de calamar del tamaño de neumáticos de tractor, si bien sabrían demasiado al amoniaco que estos animales acumulan en su piel.

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