Aunque la presencia de fármacos, sobre todo antibióticos, no afecta en un principio a la salud de los seres humanos, sí está afectando de forma negativa a la salud de la fauna del río Ebro, sobre todo a las especies más sensibles, que están teniendo ya problemas cardiovasculares.
El vertido de antibióticos al Ebro afecta de forma negativa a la fauna fluvial.
Así lo ha recogido Damiá Barceló, investigador del Instituto de Investigaciones Ambientales de Barcelona, perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la ponencia que hoy ha presentado en el IV Congreso Nacional de Periodismo Sanitario que se celebra en Zaragoza.
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Según este experto, entre las soluciones para evitar esta contaminación, destacan la mejora de las depuradoras y técnicas depuradoras, evitar los vertidos contaminantes al agua y concienciar a la sociedad de no actuar de forma irresponsable con el medio ambiente, como tirar los medicamentos caducados por el inodoro.
En cuanto a las zonas del cauce del río más afectadas, Damiá Barceló afirma que depende de la balanza entre la densidad de la población y el nivel de la dilución del agua o disolución.
Así, apunta que Pamplona es una de las zonas más afectadas por los contaminantes emergentes del río Ebro, debido a que tiene mucha densidad de población y poca dilución del agua, mientras que en la zona de la ciudad de Zaragoza, aunque cuenta con mucha población, las aguas del río poseen mucha dilución, por lo que la contaminación es menos elevada.
En situación diferente se encuentra el río Ebro a su paso por Arga, en Navarra, donde la contaminación es "importante" porque, a pesar de que hay menos población, el agua posee una menor dilución.
Si bien la salud de los habitantes de aquellas zonas que rodean el cauce del río Ebro no está en peligro, el agua en mal estado es causante directa, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) de veintitrés enfermedades en todo el mundo.
"La insalubridad del agua se puede deber tanto a la falta, debido a la sequía, como al exceso de la misma, como consecuencia de las inundaciones", ha explicado Janis K. Lazdins-Held, coordinador de la Unidad de Evaluación y Desarrollo de Producto del Programa Especial para la Investigación y Formación sobre Enfermedades Tropicales de la OMS, en la conferencia "La guerra del agua. La salud en un mundo sin agua".
Ha explicado que las veintitrés enfermedades se agrupan en cuatro grupos de patologías: "las transmitidas por el agua contaminada por materia fecal, como diarreas víricas y bacterianas, el cólera y la hepatitis A y E así como por parásitos (amebiasis, criptosporidiosis y giardiasis).
También las causadas por escasez de agua -en muchos casos también de naturaleza fecal oral; las que se transmiten por contacto con agua contaminada con organismos que usan otros organismos acuáticos como huésped intermediario, siendo la más conocida la bilharzia, donde el intermediario es un caracol, y las asociadas con el agua y transmitidos por vectores donde el transmisor es el mosquito que transmite malaria, filariasis linfática, dengue, encefalitis del Nilo y japonesa.
Janis K. Lazdins-Held cree que el cambio climático está repercutiendo en un desequilibrio climatológico y ecológico y como prueba cita las inundaciones recientes en el sureste asiático, lo que provoca brotes epidémicos, y las sequías, que ocasiona el aumento de la incidencia de enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada ante la falta de agua potable, así como de la proliferación de vectores causantes de patologías como el dengue o la malaria.
"El agua es determinante directo de un décimo de la carga global de todas las enfermedades existentes", ha asegurado.
En España, si bien con la industrialización se eliminó una serie de vectores que provocaban enfermedades contagiosas como la malaria, "la globalización y el cambio climático", ha subrayado, "podrían repercutir en un nuevo establecimiento de los vectores causantes de enfermedades tropicales".
Con el fin de tratar de poner freno a la expansión de las enfermedades tropicales en los países más desfavorecidos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con el Programa Especial para la Investigación y Formación sobre Enfermedades Tropicales, cuyo trabajo está muy alineado con el Programa de Agua, Sanidad y Salud del Departamento de Salud Pública y Medioambiente de la OMS.
Según su coordinador, el proyecto tiene como objetivos promover la investigación sobre las enfermedades tropicales y analizar los determinantes ambientales que predisponen a las mismas, crear capacidades para que los países más desfavorecidos puedan enfrentarse a estas patologías, y ayudar a definir los planes de acción que dichos países pueden implementar para la prevención.
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