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lunes, 11 de febrero de 2008

Una especie de gato salvaje japonés, en peligro de extinción

Por su aspecto, con su pelo marrón grisáceo, salpicado de manchas oscuras, se lo podría confundir con un felino doméstico. Pero el gato de Iriomote es más alargado, de patas cortas y la constitución de un depredador, con unas garras que nunca esconde y están listas para cazar.

Y es tan huidizo, que no fue descubierto hasta finales de los 60. Algunos habitantes de esta pequeña isla, en el extremo suroeste del archipiélago japonés, dudan incluso de su misma existencia.

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El Yamamayaa o gato de las montañas, como lo conocen los locales, ha hecho del islote su hábitat desde hace 200.000 años. Gracias al aislamiento de Iriomote, el gato apenas ha evolucionado de su forma primitiva.

Por eso, además de Tesoro Nacional, en Japón está considerado como un fósil viviente, aunque no por un tiempo indefinido, si se confirman los peores presagios.

Dos censos efectuados en 1984 y 1994 estimaron que había unos 100 ejemplares. El Ministerio de Medio Ambiente nipón tiene previsto presentar los datos de un nuevo recuento en unos meses, aunque los investigadores tienen ya sus conclusiones: "Pensamos que ha habido un descenso que por el momento es leve, debido a la pérdida de hábitat, el desarrollo de la agricultura y la ampliación de la carretera", señala a elmundo.es, desde la Universidad de Ryukyus, Masako Izawa, que ha seguido las huellas del animal durante los últimos 25 años.

La única carretera que cruza la isla, de 285 kilómetros cuadrados, ha sido ensanchada para facilitar el paso al turismo y, a pesar de los 85 corredores ecológicos que permiten al gato esquivar la vía, cada año mueren atropellados una media de tres ejemplares.

"Si no paramos la destrucción del hábitat, puede haber una situación fatal en un futuro cercano", dice la experta, "aunque las consecuencias no las detectaríamos hasta dentro de unos años". De ahí que, de momento, el trágico título de felino más amenazado del planeta seguirá siendo coto privado del lince ibérico. "La situación de ambos, con sus diferencias, es muy similar", explica Krzysztof Schmidt, experto en el gato japonés del Instituto de Mamíferos de la Academia Polaca de las Ciencias.

Una y otra, la ibérica y la japonesa, son dos de las 36 especies que componen la familia de los felinos, aunque proceden de líneas evolutivas diferentes: la de los linces y la del gato leopardo, en el caso de la especie endémica de Iriomote.

En la lista roja internacional de especies amenazadas, el lince ibérico consta como el único felino en el máximo nivel de alerta, por hallarse en "peligro crítico de extinción".

El Yamamayaa aparece un escalón por debajo, "en peligro", a secas. Un paso más alejado del abismo definitivo, por tanto, gracias a que su población estimada, siendo la mitad que la del lince, se creía relativamente estable.

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