El examen de antiguas capas de sedimentos indica que el calentamiento global podría hacer que la tundra ártica sea más susceptible a los incendios que lo que se creía hasta ahora, revela un estudio divulgado hoy por la revista PLoS ONe.
En su sitio en internet, la publicación advierte de que el descubrimiento es importante porque los incendios en la tundra podrían aumentar la emisión de carbono orgánico.
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Esa emisión se sumaría en la atmósfera a los gases invernadero, a los cuales se atribuye el aumento de las temperaturas en todo el planeta, señalaron los científicos de la Universidad de Montana.
Philip Higuera, director del estudio, y un grupo de científicos analizaron sedimentos de cuatro lagos en Alaska y el Parte Nacional Ártico para determinar qué tipo de vegetación existía en la zona después de la última glaciación hace entre 14.000 y 9.000 años.
Al examinar granos fosilizados de polen, los científicos determinaron que tras esa glaciación la tundra ártica era muy diferente a lo que es hoy.
En vez de yerbas y matas de baja altura, la tundra estaba cubierta por enormes expansiones de abedules.
Y el carbón preservado en los sedimentos también mostró que ese tipo de vegetación ardía con mucha frecuencia.
"Fue una sorpresa. No ocurre lo mismo con la tundra moderna. Se calcula que la tundra es pasto de los incendios cada 250 años", señaló Higuera.
Las muestras sedimentarias mostraron que la tundra de pequeños arbustos ardía con la misma frecuencia que los bosques de Alaska, es decir una media de 140 años y, en algunos casos, con una diferencia de 30 años.
Higuera resalta la importancia del estudio porque en otras investigaciones han señalado que junto con el aumento de la temperatura en los últimos 50 ó 100 años, ese tipo de vegetación baja se ha extendido en todas las regiones del mundo donde hay tundras.
"Existen evidencias de una mayor biomasa de matorrales en los ecosistemas de las tundras y esperamos un aumento de temperatura con una reducción general paralela de los niveles de humedad. La combinación de estos dos factores sugiere un mayor peligro de incendios", dijo Higuera.
Según los científicos, las tundras de las latitudes altas así como los ecosistemas forestales en zonas boreales contienen alrededor del 30 por ciento del carbono existente bajo el suelo terrestre.
Ahora ese carbono está bajo la capa de permafrost, pero el calentamiento global podría derretirlo liberándose más carbono en la atmósfera, lo cual contribuiría al efecto invernadero.
"El cambio de vegetación y el aumento de la biomasa de los matorrales, así como su quema más frecuente cambiará en gran medida el ciclo del carbono en esas latitudes altas", señaló el científico.
"No tenemos un conocimiento pleno de las implicaciones, excepto que es razonable suponer que el carbono que antes estaba apresado bajo el suelo podría ingresar en la atmósfera", agregó.
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