Un equipo de investigadores británicos, dirigido por la española Mercedes Maroto-Valer, ha desarrollado una tecnología capaz de transformar el dióxido de carbono (CO2), el principal responsable del cambio climático, en gas natural, según ha explicado a Efe esta científica vitoriana.
Maroto-Valer es la máxima responsable del Centro para la Innovación en Captura y Almacenamiento de Carbono (CICCS, en su siglas en inglés) de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), un laboratorio pionero en la búsqueda de soluciones que permitan captar y procesar el CO2 para reducir la presencia de este gas de efecto invernadero en la atmósfera.
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El CICCS ya ha diseñado varios procedimientos para capturar el dióxido de carbono que emiten las industrias más contaminantes, como las centrales termoeléctricas, las compañías cementeras o las petroleras, y almacenarlo en sedimentos geológicos tales como pozos de petróleo o de gas ya agotados, minas de carbón o formaciones geológicas.
Esta posible solución para reducir la presencia atmosférica de CO2, sin embargo, presenta algunos inconvenientes a tener en cuenta, ya que desconoce el tiempo máximo que el dióxido de carbono podría permanecer almacenado y existe el riesgo, "imprevisible", aunque "posible", de que se produzca una fuga a gran escala, lo que podría provocar graves consecuencias medioambientales.
La solución, pues, más allá de "esconder" bajo tierra el CO2, pasa por hallar un método que permita reutilizar este gas para lograr, de forma segura y eficaz, reducir su presencia en la atmósfera y mitigar el calentamiento global del planeta.
En ello trabaja actualmente el centro que dirige Maroto-Valer, que ha desarrollado una tecnología capaz de convertir el dióxido de carbono en gas metano, el principal componente del gas natural, gracias a un proceso similar a la fotosíntesis de las plantas.
"Las plantas cogen CO2, agua y luz y lo transforman en azúcares. Nosotros hacemos un proceso parecido. También cogemos luz, agua y CO2, pero en vez de generar carbohidratos producimos metano", explica a Efe esta investigadora.
Maroto-Valer asegura que la aplicación de esta tecnología a escala mundial permitiría obtener el "ciclo perfecto de la energía", dado que "se pasaría del CO2 al gas natural y de éste al CO2 nuevamente".
"Sería la solución perfecta", subraya esta experta, que espera colaborar en un futuro en este proyecto con Matgas, un laboratorio de investigación en gases ubicado en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y participado por la empresa Carburos Metálicos, el CSIC y este centro universitario.
Pero no es esta la única línea de investigación en la que trabaja la Universidad de Nottingham, que ha logrado algo que a priori parece tan inverosímil como es transformar el CO2 en un mineral similar a los ladrillos utilizados en la construcción.
Mercedes Maroto-Valer ha viajado a Barcelona con uno de estos minerales en el bolsillo, una pieza del tamaño de una ficha de dominó de color terroso y una gran dureza hecha a partir de tres litros de CO2.
La investigadora explica que "pasar de un gas a un producto sólido es lo que la naturaleza hace por sí sola" a lo largo de siglos e incluso milenios, y que lo que ha conseguido su equipo es acelerar este proceso mediante unos reactores que reducen este largo período natural a sólo unas horas.
El proceso de conversión, según dice la científica, es sencillo, pues se trata sólo de aplicar el CO2 a rocas de silicato, que en reacción con este gas se convierten en carbonatos.
Mediante este procedimiento podrían obtenerse millones de toneladas de ladrillos de carbonato a partir del dióxido de carbono, con la desventaja de que se producirían "muchos más minerales de los que podría necesitar el sector de la construcción".
Maroto-Valer sostiene que lo más importante en la lucha contra el cambio climático es "no centrarse en un único proceso", sino desarrollar varias soluciones posibles, aplicables según las necesidades de cada país, que den respuesta a este problema de escala global.
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