Por primera vez un estudio a gran escala realizado en América del Norte revela la importancia del nitrógeno que contienen los bosques en el control del clima.
Se trata del nitrógeno que hay en las hojas y ramas más externas de los árboles, el dosel forestal, que, según este estudio, incrementa el albedo, es decir, la cantidad de luz que se refleja de vuelta hacia el espacio, y por tanto contribuye al no calentamiento de la atmósfera.
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"Desde hace mucho los científicos han sido conscientes de la importancia del albedo, pero nadie sospechaba que el de los bosques pudiera depender del nitrógeno", dice Scott Ollinger, profesor en el Instituto para el Estudio de la Tierra, los Océanos y el Espacio de la Universidad de New Hampshire (EE.UU.) y autor principal del estudio.
Los investigadores han podido corroborar, además, otro efecto ya conocido del nitrógeno, y es que cuanto más rico es el dosel forestal en este elemento, mayor es la asimilación de dióxido de carbono de la atmósfera, el gas de efecto invernadero en el que hoy se centra la atención en relación al cambio climático.
Estos resultados se han obtenido integrando los datos recogidos durante seis años en doce bosques por distintos medios; por ejemplo, para determinar el contenido de nitrógeno en el follaje han empleado, además de las medidas procedentes de más 1.700 árboles, las imágenes obtenidas por los vuelos AVIRIS y el satélite EO-1 de la NASA.
En el artículo que recoge el estudio, publicado hoy en la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences", los autores señalan que los cambios que afectan a la disponibilidad de nitrógeno para las plantas tienen un impacto sobre el sistema climático que merece una "seria consideración".
Particularmente, dicen, a la luz de que las actividades humanas, como la fertilización o la emisión de contaminantes que contienen nitrógeno, han alterado el ciclo global de este elemento.
Añaden, sin embargo, que sería "prematuro" concluir a partir de estos resultados que promover la acumulación de nitrógeno en los doseles forestales ayudaría a compensar el calentamiento global inducido por las emisiones de gases invernadero.
Sería necesario ver si ocurre lo mismo en otros tipos de ecosistemas, como las selvas tropicales o los terrenos agrícolas, y añadir la vegetación como variable en el modelo climático, concluyen los investigadores.
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